I. Some questions make me squirm, like, “How’s that diet going?” or, “Are you saved?” Or, “Do you love me?” Jesus poses that last awkward one to Peter not once, but three times – not because of insecurity on Jesus’ part, but to offer Peter, after his three-time denial, the opportunity for rehabilitation, redemption, resurrection.
II. In his repeated question, Jesus makes it clear that he wants disciples who are outstanding in love. What else but such passion accounts for what we hear throughout the Acts of the Apostles, the chronicles of the disciples’ post-resurrection lives? In today’s passage, we hear that the disciples were beaten and imprisoned, yet “they rejoiced that they had been found worthy to suffer dishonor for the sake of Jesus’ name.” Because we have no proof of the resurrection – it wasn’t captured on video – the best evidence we have is the dramatic difference in the disciples’ attitudes and actions after Jesus’ resurrection: how they went from fear and denial to courage and boldness; how they were transformed by the “Easter Factor.”
Those who have witnessed the resurrection, those who have experienced God’s unrestrained love, become disciples – and not just the eloquent, intelligent, or insistent, but any who love Jesus – even those of us who, like Peter, have failed at love.
III. How does the “Easter Factor,” the “Jesus Factor,” figure into our lives? Have we been seized by the power of the resurrection? Only after Peter met the resurrected Lord was he empowered to feed and tend others, extending the life and love of the risen Lord. That’s our mission, too.
“Do you love me?” “Do you love me?” “Do you love me?” Awesome questions. Crucial answers.
h/t: Patricia Sánchez
I. Algunas preguntas me hacen incómodo como “¿Cómo te va la dieta?” o “¿Estás salvado?” O, “¿Me amas?” Jesús pregunta esa última a Pedro – no una vez, sino tres veces – no por la inseguridad de Jesús, sino para ofrecer a Pedro, después de su negación de Jesús en tres ocasiones,
la oportunidad de rehabilitación, redención, resurrección.
II. Con su pregunta repetida, Jesús deja claro que quiere discípulos que sepan amar como El lo hacía. Solamente ésta pasión explica lo que escuchamos a lo largo de los Hechos de los Apóstoles, las crónicas de la vida de los discípulos después de la resurrección de Jesús. En el pasaje de hoy, oímos que los discípulos fueron golpeados y encarcelados… y “felices de haber padecido aquellos ultrajes por el nombre de Jesús”. Debido a que no tenemos pruebas de la resurrección — no se capturó en un video — la mejor evidencia que tenemos de ella es la dramática diferencia en las actitudes y acciones de los discípulos. Ellos pasaron del temor y la negación al valor y la audacia. Fueron transformados por lo que llamamos el “factor de la Pascua”.
Los que han presenciado la resurrección, los que han experimentado el amor desenfrenado de Dios, se convierten en discípulos — y no solamente los elocuentes, inteligentes o insistentes, sino cualquier persona que ama a Jesús — incluso aquellos de nosotros que, como Pedro, han fracasado en el amor.
III. ¿Qué significa el “factor de la Pascua”, el “factor de Jesús”, en nuestras vidas? ¿Hemos sido agarrados por el poder de la resurrección? Sólo después de que Pedro conoció al Señor resucitado, estaba empoderado para alimentar y cuidar a los demás, extendiendo la vida y el amor del Señor resucitado a otros. Esa es nuestra misión también.
“¿Me amas?” “¿Me amas?” “¿Me amas?” Preguntas asombrosas. Respuestas cruciales.
h/t: Patricia Sánchez