Viernes de la XXVI semana del Tiempo ordinario
Primera lectura
“Reconocemos que el Señor, Dios nuestro, es justo, y todos nosotros, los habitantes de Judea y de Jerusalén, nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes, profetas y padres, nos sentimos hoy llenos de vergüenza, porque hemos pecado contra el Señor y no le hemos hecho caso; lo hemos desobedecido y no hemos escuchado su voz ni hemos cumplido los mandamientos que él nos dio.
Desde el día en que el Señor sacó de Egipto a nuestros padres hasta el día de hoy, no hemos obedecido al Señor, nuestro Dios, y nos hemos obstinado en no escuchar su voz.
Por eso han caído ahora sobre nosotros las desgracias y la maldición que el Señor anunció por medio de Moisés, su siervo, el día en que sacó de Egipto a nuestros padres, para darnos una tierra que mana leche y miel.
No hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a las palabras de los profetas que nos ha enviado y todos nosotros, siguiendo las inclinaciones de nuestro perverso corazón, hemos adorado a dioses extraños y hemos hecho lo que el Señor, nuestro Dios, reprueba”.
Salmo Responsorial
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Dios mío, los paganos han invadido tu propiedad,
han profanado tu santo templo,
y han convertido a Jerusalén en ruinas.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Han echado los cadáveres de tus siervos
a las aves de rapiña,
y la carne de tus fieles
a los animales feroces.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Hemos sido el escarnio de nuestros vecinos
la irrisión y la burla de los que nos rodean.
¿Hasta cuándo, Señor, vas a estar enojado
y arderá como fuego tu ira?
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
No recuerdes, Señor, contra nosotros
las culpas de nuestros padres.
Que tu amor venga pronto a socorrernos,
porque estamos totalmente abatidos.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Para que sepan quién eres,
socórrenos, Dios y salvador nuestro.
Para que sepan quién eres,
sálvanos y perdona nuestros pecados.
R. Sálvanos, Señor, y perdona nuestros pecados.
Aclamación antes del Evangelio
Hagámosle caso al Señor, que nos dice:
“No endurezcan su corazón”.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo: “¡Ay de ti, ciudad de Corozaín! ¡Ay de ti, ciudad de Betsaida! Porque si en las ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran realizado los prodigios que se han hecho en ustedes, hace mucho tiempo que hubieran hecho penitencia, cubiertas de sayal y de ceniza. Por eso el día del juicio será menos severo para Tiro y Sidón que para ustedes. Y tú, Cafarnaúm, ¿crees que serás encumbrada hasta el cielo? No. Serás precipitada en el abismo”.
Luego, Jesús dijo a sus discípulos: “El que los escucha a ustedes, a mí me escucha; el que los rechaza a ustedes, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado”.