Memoria de Santa Cecilia, virgen y mártir
Lectura I
Esto dice el Señor:
“Yo conduciré a Israel, mi esposa infiel, al desierto
y le hablaré al corazón.
Ella me responderá allá,
como cuando era joven,
como el día en que salió de Egipto.
Israel, yo te desposaré conmigo para siempre.
Nos uniremos en la justicia y la rectitud,
en el amor constante y la ternura;
yo te desposaré en la fidelidad,
y entonces tú conocerás al Señor’’.
Salmo Responsorial
R. Escúchame, hija, mira, y presta oído.
O bien:
R. ¡Ya viene el esposo! ¡Salgan al encuentro de Cristo, el Señor!
Escucha, hija, mía, y presto oído,
olvida tu nación y tu familia:
prendado está el rey de tu hermosura,
ante él, que es tu Señor, la frente inclina. R.
R. Escúchame, hija, mira, y presta oído.
O bien:
R. ¡Ya viene el esposo! ¡Salgan al encuentro de Cristo, el Señor!
Revestida de oro y de brocados,
majestuosa penetra la princesa;
la llevan ante el rey,
y un grupo de doncellas va tras ella. R.
R. Escúchame, hija, mira, y presta oído.
O bien:
R. ¡Ya viene el esposo! ¡Salgan al encuentro de Cristo, el Señor!
En gozoso cortejo
del palacio del rey cruzan las puertas.
A cambio de tus padres tendrás hijos,
que príncipes harás sobre la tierra. R.
R. Escúchame, hija, mira, y presta oído.
O bien:
R. ¡Ya viene el esposo! ¡Salgan al encuentro de Cristo, el Señor!
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Ésta es la joven virgen previsora,
a quien el Señor encontró en vela,
y que, al llegar el Señor,
entró con él a la boda.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: “El Reino de los cielos es semejante a diez jóvenes, que tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran descuidadas y cinco, previsoras. Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; las previsoras, en cambio, llevaron cada una un frasco de aceite junto con su lámpara. Como el esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.
A medianoche se oyó un grito: ‘¡Ya viene el esposo! ¡Salgan a su encuentro!’ Se levantaron entonces todas aquellas jóvenes y se pusieron a preparar sus lámparas, y las descuidadas dijeron a las previsoras: ‘Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando’. Las previsoras les contestaron: ‘No, porque no va a alcanzar para ustedes y para nosotras. Vayan mejor a donde lo venden y cómprenlo’.
Mientras aquéllas iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban listas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras jóvenes y dijeron: ‘Señor, señor, ábrenos’. Pero él les respondió: ‘Yo les aseguro que no las conozco’.
Por eso, estén preparados, porque no saben ni el día ni la hora’’.