Día de Acción de Gracias
Primera Lectura
Bendigan al Señor, Dios de Israel,
porque ha hecho maravillas en toda la tierra.
Él nos dio la vida desde el seno materno
y nos ha tratado con misericordia.
Que el Señor nos conceda un corazón alegre,
que él haga reinar la paz en Israel ahora y para siempre.
Que el Señor nos haga confiar en su misericordia,
pues él nos salvará en nuestros días.
Salmo Responsorial
R. Bendeciré al Señor eternamente.
Yo te bendeciré día tras día
y alabaré tu nombre hasta que muera.
Muy digno de alabanza es el Señor,
pues es incalculable su grandeza.
R. Bendeciré al Señor eternamente.
Que una generación pondere a la otra,
tus obras y proezas;
que hable de tu esplendor y de tu gloria
y anuncie tu grandeza.
R. Bendeciré al Señor eternamente.
Que publique tus hechos prodigiosos
y alabe lo imponente de tus obras,
que haga memoria de tu gran bondad
y aclame tu victoria.
R. Bendeciré al Señor eternamente.
El Señor es clemente y bondadoso,
Lento al enojo y lleno de ternura;
bueno es el Señor para con todos,
cariñoso con todas sus creaturas.
R. Bendeciré al Señor eternamente.
Que te alaben, Señor, todas tus obras,
y que todos tus fieles te bendigan;
que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
R. Bendeciré al Señor eternamente.
Segunda Lectura
Hermanos: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios, nuestro Padre, y de Cristo Jesús, el Señor.
Continuamente agradezco a mi Dios los dones divinos que les ha concedido a ustedes por medio de Cristo Jesús, ya que por él los ha enriquecido con abundancia en todo lo que se refiere a la palabra y al conocimiento; porque el testimonio que damos de Cristo ha sido confirmado en ustedes a tal grado, que no carecen de ningún don, ustedes, los que esperan la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él los hará permanecer irreprochables hasta el fin, hasta el día de su advenimiento. Dios es quien los ha llamado a la unión con su Hijo Jesucristo, y Dios es fiel.
Aclamación antes del Evangelio
Den gracias siempre, unidos a Cristo Jesús,
pues esto es lo que Dios quiere que ustedes hagan.
Evangelio
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén, pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le decían: “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros”.
Al verlos, Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ése era un samaritano. Entonces dijo Jesús: “¿No eran diez los que quedaron limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?” Después le dijo al samaritano: “Levántate y vete. Tu fe te ha salvado”.