Since its founding in 1898 with three classrooms, Ascension Catholic School has been the heartbeat of this block. Today’s Ascension Catholic Academy, founded in 2016, our thriving four-school consortium, emerged out of 118 years of generous women and men faithfully stewarding Ascension’s essential mission to provide God’s beloved children, especially those in challenging circumstances, with the dignity of an excellent Catholic education.
This education ministry is only one element of what we might call “Essential Ascension.” We are a multi-cultural, bilingual community. We have made the uncommon and challenging choice to gather together every week and worship in two languages. Like our school, this is in continuity with Ascension’s history and essential mission. Since our beginnings, immigrants have been at the center of community life, each and every one a beloved child of God. Who knows what might emerge out of, say, 118 years of people of Nigeria, Mexico and Ecuador, the U.S., wherever, with our particular languages and customs and songs and sensibilities, celebrating Eucharist as one, week after week after week.
A few weeks ago, I was outside after 9:30 Mass and the pastor of Greater Mount Vernon Missionary Baptist, our neighbor, was driving by. He rolled down his window and yelled, “Have a good Mass, Father! We’ll be praying for you!” I yelled back that we’d pray for them, too. Then I thought that we should all just cross the street and pray together. And then I had the crazier thought that maybe the dozen churches within blocks of each other should pray together every Sunday. What might emerge from that? How might that impact peacemaking in our neighborhood, or racial understanding, or our combined concerns about housing and employment equity? Every Sunday is only a dream, but what if we got together and prayed one Wednesday a month, or invited everyone over for dinner? In fact, we’re planning on doing that. Again, this is entirely consistent with Ascension’s history and essential mission. We are in some way reincarnating the Ascension Club, which was created to welcome our neighbors of every background and life experience to eat and play and talk: to be good neighbors.
In this post-covid time, it’s time to reset what is “Essential Ascension.” We are now the ones who are charged to steward the gifts we have been entrusted with and grow forward what is consistent with Ascension’s 132-year history and mission. How crucial that is in a day when so many around us, and so many of us, need to be held safe and close as beloved children of God.
You will receive stewardship materials in the mail in the coming week inviting your recommitment to our Ascension mission. Please thoughtfully and prayerfully and honestly consider what you might give. No gift is too small, no gift is too large, and any and every gift is most gratefully received.
Thank you, thank you, thank you.
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Desde su fundación en 1898 con tres salones de clase, la Escuela Católica de la Ascensión ha sido el latido del corazón de esta cuadra. Lo que hoy es la Academia Católica de la Ascensión, que fue fundada en el 2016, es nuestro consorcio que ha aumentado a cuatro escuelas, que surgió hace 118 años de mujeres y hombres generosos que cuidan fielmente la misión esencial de Ascensión de proporcionar a los hijos amados de Dios, especialmente aquellos en circunstancias difíciles, la dignidad de una educación católica excelente.
Este ministerio de educación es sólo un elemento de lo que podríamos llamar “Ascensión Esencial”. Somos una comunidad multicultural y bilingüe. Hemos tomado la decisión que es poco común y desafiante de reunirnos cada semana y tener Misa en dos idiomas. Al igual que nuestra escuela, esto está en continuidad con la historia y la misión esencial de Ascensión. Desde nuestros inicios, los inmigrantes han estado en el centro de la vida comunitaria, todos y cada uno de ellos como hijos amados de Dios. ¿Quién sabe lo que podría surgir de, digamos, 118 años de gente de Nigeria, México y Ecuador, los Estados Unidos, donde sea, con nuestros idiomas y costumbres particulares y canciones y sensibilidades, celebrando la Eucaristía como un cuerpo, semana tras semana tras semana?
Hace unas semanas, estaba afuera después de la misa y el pastor de Greater Mount Vernon Missionary Baptist, que es la iglesia de enfrente, nuestro vecino, estaba conduciendo. Bajó la ventanilla y gritó: “¡Que tengas una buena misa, padre! ¡Estaremos orando por ustedes!” Le grité que también nosotros oraremos por ellos. Entonces pensé que todos deberíamos cruzar la calle y orar juntos. Y luego tuve el pensamiento más loco de que tal vez la docena de iglesias a unas cuadras de distancia deberían orar juntas todos los domingos. ¿Qué podría surgir de eso? ¿Cómo podría eso afectar el establecimiento de la paz en nuestro vecindario, o la comprensión racial, o nuestras preocupaciones combinadas sobre la equidad en la vivienda y el empleo? Todos domingos es un sueño, pero ¿qué pasaría si nos reuniéramos y oráramos un miércoles al mes, o invitáramos a todos a cenar? De hecho, estamos planeando hacer eso. Una vez más, esto es totalmente consistente con la historia de la Ascensión y su misión esencial. De alguna manera estamos resucitando el Club de la Ascensión, que fue creado para dar la bienvenida a nuestros vecinos de todos los orígenes y experiencias de vida para comer, jugar, y hablar: ser buenos vecinos.
En este tiempo post-covid, es hora de restablecer lo que es la “Ascensión Esencial”. Nosotros somos los encargados de cuidar responsablemente los dones que se nos han confiado y hacer crecer lo que es consistente con la historia de Ascensión por 132 años y su misión. Qué crucial es eso en un día en que tantos a nuestro alrededor, y tantos de nosotros, necesitamos estar seguros y cerca como hijos amados de Dios.
Recibirán materiales de colaboración por correo la próxima semana invitándolos a renovar su compromiso con nuestra misión de Ascensión. Por favor, consideren cuidadosamente, en oración y honestamente lo que podrían dar. Ningún regalo es demasiado pequeño, ningún regalo es demasiado grande, y todos y cada uno de los regalos se reciben con mucha gratitud.
Gracias, gracias, gracias.