In 1969, Peggy Lee immortalized the rather depressing musical question, “Is That All There Is?” The song tells of a little girl watching her family’s house burn down, the disappointment of her first circus, the disillusionment of her first love. “If that’s all there is,” she croons, “let’s break out the booze and have a ball.” It’s a real toe-tapper. Today, John the Baptist is singing the same song. He asks Jesus, “Are you all there is? Because if you’re the great and mighty Savior I’ve been telling everybody about, why, in God’s name, am I here in this dungeon?” They’re singing our song: “I thought we were saved. Is this it?”
Five hundred years ago, Spain’s conquest of the Aztecs in Mexico led to the collapse of their empire, while virulent disease ripped through their population. It was the end of their world. To their cries, “Is this all there is?” came the Virgin of Guadalupe, carrying within herself the answer, the Word, who would save them. She was brown, the Morenita, clothed like an Aztec princess. She spoke their language. She knew firsthand their poverty and heartbreak. Bearing the Word, she eliminated the barriers between them and Christ, and neutralized their tyrants.
Today, many immigrants and refugees wonder again, “Is this all there is?” as they face barriers to immigration and citizenship and fear of deportation: the end of their world. Again today, Mary answers, bearing the Word that saves. As she spoke to Juan Diego she repeats to the voiceless and powerless,
Am I not here, I, who am your Mother? Are you not under my shadow and protection? Are you not in the hollow of my mantle, in the crossing of my arms? What more could you want?
For some, trusting Mary’s words and the salvation that Jesus brings is a challenge, even during this season, especially during this season. The songs being sung and the soaring hopes of the prophets may seem cruel to those on the margins, the poor, the struggling, the queer. All the more reason to keep this season and resuscitate the hope we have as Christians. Emmanuel, “God-With-Us,” and Mary, our Mother with us, enable us to persevere day after day, sometimes gallantly, despite our imperfect lives.
Strengthen the hands that are feeble, make firm the knees that are weak, say to those whose hearts are frightened: Be strong, fear not! Here is your God, he comes to save you.
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Juan Bautista se sentía muy desilusionado. Pregunta a Jesús, “¿Eres tú que ha de venir? Porque si tú eres el gran salvador poderoso que he estado proclamando a todo el mundo, ¿por qué estoy en este cárcel? ¿Esto es todo lo que hay?” Su delusión puede ser la de cado uno de nosotros, “Si se supone que usted me salve, ¿por qué tanto sufrimiento? ¿Por qué tanta injusticia, discriminación, y opresión?”
Hace quinientos años, la conquista de los aztecas en México llevó a cabo su imperio. Enfermedad virulenta decimaba su población. Era el fin de su mondo. A su grito, “¿Esto es todo lo que hay?,” vino María, llevando dentro de sí la respuesta, la Palabra, que les salvará. Ella era morena, vestida como una princesa azteca. Ella hablaba su idioma. Ella sabía de primera mano su pobreza, su angustia. Llevando la Palabra de Dios, ella eliminó las barreras entre ellos y Cristo, y se venció sus tiranos.
Muchos mexicanos y otros inmigrantes y refugiados se preguntan otra vez, “Esto es todo lo que hay?” Incertidumbre es penetrante como se enfrentan las barreras a la inmigración y la ciudadanía, y el miedo a la deportación, el fin de su mundo. Hoy nuevamente, María responde con la Palabra que salva. A los sin voz o poder, dice de nuevo,
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿No estás bajo mi sombra y resguardo? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Qué mas puedes querer?
Para algunos, es difícil confiar en el consuelo que María ofrece, en la salvación que Jesús da y dará, especialmente los que sufren, los pobrezas, los marginalizados. Sin embargo, este es razón de más para dejarse entrar a esta temporada, y descubrir la esperanza que tenemos como cristianos. Emanuel, “Dios-Con-Nosotros”, y María, nuestra Madre con nosotros, nos permiten perseverar cada día, a veces valientemente, a pesar de nuestras vidas imperfectas.
Fortalezcan las manos cansadas, afiancen las rodillas vacilantes. Digan a los de corazón apocado: ¡Ánimo! No teman. He aquí que su Dios, viene ya para salvarlos.