“The Gift of Salvation” by Mahani Dickson
Christmas is coming soon
In December, six months away from June
Candy canes are being piled into shoes
And the air smells of delicious foods.
I can only think of what I am getting
And what’s piled under the tree.
I’m either hoping for a car
Or a new pair of jeans.
The only gift I want is the gift of salvation.
It’s way better than a car or vacation.
The gift of salvation came for Jesus
The man who was born by a virgin
And created a holiday called Christmas.
He came to die for us.
You should know.
He’s way better than a sky full of snow.
“The Gift of Salvation.” The creator of that poem, Mahani Dickson, is an eighth-grade scholar at Ascension School. She read it a couple of weeks ago at our Christmas program. The program lineup was different this year: among the offerings, the scholars performed poetry, music, and dance that they themselves created. They also handled the stage management: moving equipment on and off the stage along with small children. The program was theirs—and it resulted in a strikingly more authentic, disciplined, and quality production. “The Christmas Program” became “Our Christmas Program.” It belonged to them and they, in turn, belonged more fully.
Belonging. It’s a fundamental human need, not unlike food and shelter. When we belong, we have the security to be our authentic selves. We are safe to be who we are and create with others a bigger “we,” a different “we.” When our scholars speak with their voices and not another’s, when any of us believes this community to be our community and not another’s, all of us contribute to shaping who we are and who we are becoming. How crucial that is for a community that professes to be diverse, equitable, and inclusive.
The opposite of belonging is loneliness. When we don’t belong, we suffer. Today, God woos the suffering and the lonely with the enthralling story of Christmas. God’s choice to share in human life at its inception, “knitted to our body in the virgin’s womb,” means that every human person matters to God, that there is no desire nor need of ours unknown to God, no corner of our lives unvisited by God. In a brilliant move, God pitches his tent among shepherds: the poor, the migrant, the wandering, the oddball, the brown-skinned, the marginalized, the queer: those who don’t belong, those terrified that they will be abandoned. God did not take on flesh to cozy up to the insiders. Rather, Jesus finds his place among others like himself for whom there seems to be no room. God’s appearance in a vulnerable child is meant to grip the attention of anyone likely to be left out. “I am here,” he says, “I am with you.” This unlikely incarnation, this preposterous event, is an astonishing act of love, an embrace, the catalyst for a community of unprecedented and as yet unmatched inclusion. Now and forever, no one is outside of Love; not a single part of us is outside of Love.
The opposite of loneliness is belonging. Author and activist, bell hooks, writes that,
In the midst of such love we need never fear
abandonment. This is the most precious gift true love
offers—the experience of knowing we always belong.
“The experience of knowing we always belong,” the trust that Jesus will never let go of us is, I think, what it means to be saved. That most precious gift, “the gift of salvation,” Mahani writes, “is the only gift I want.” It’s the only gift we need.
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El Programa de Navidad de la Escuela de Ascensión fue diferente este año. Los estudiantes interpretaron poesía, música y danza que ellos mismos crearon. También se encargaron de la gestión de escenarios, movieron el equipo junto con niños pequeños dentro y fuera del escenario. El programa era suyo y resultó en una producción sorprendentemente más auténtica, disciplinada y hermosa. “El Programa de Navidad” se convirtió en “Nuestro Programa de Navidad. Les pertenecía y ellos, a su vez, pertenecían más plenamente.
Pertenencia. Es una necesidad humana fundamental, como la comida y el refugio. Cuando pertenecemos, tenemos la seguridad para ser auténticos y crear, con los demás, un “nosotros” más grande, un “nosotros” diferente. Cuando nuestros estudiantes hablan con su voz y no con la de otros, cuando cualquiera de nosotros cree que esta comunidad es nuestra comunidad y no la de otros, todos nosotros contribuimos a dar forma a quienes somos y en lo que nos estamos convirtiendo. Qué crucial es eso para una comunidad que profesa ser diversa, equitativa e inclusiva.
Lo opuesto a pertenecer es la soledad. Cuando no pertenecemos, sufrimos. Hoy, Dios corteja a los solitarios y los que sufren con la fascinante historia de Navidad. La elección de Dios de participar en la vida humana en sus inicios, “tejida a nuestro cuerpo en el vientre de la virgen”, significa que cada persona humana es importante para Dios, que no hay deseo nuestro, no hay necesidad desconocida para Dios, y no hay rincón de nuestras vidas no visitado por Dios. En un movimiento brillante, Dios levanta su tienda entre los pastores: los pobres, los migrantes, los errantes, los de piel morena, los marginados: los que no pertenecen, los aterrorizados de ser abandonados. Dios no se hizo carne para acomodarse a los de adentro. Más bien, Jesús encuentra su lugar entre otros como él para quienes parece que no hay lugar. La aparición de Dios en un niño vulnerable está destinada a captar la atención de cualquier persona que pueda ser excluida. “Estoy aquí”, dice, “Estoy contigo”. Esta encarnación improbable, este evento absurdo, es un acto asombroso de amor, un abrazo, el catalizador de una comunidad de inclusión sin precedentes y aún sin igual. Ahora y siempre, nadie está fuera del Amor; ni una sola parte de nosotros está fuera del Amor.
Lo opuesto a la soledad es pertenecer. La autora y activista, bell hooks, escribe que,
En medio de tal amor nunca debemos temer el
abandono. Este es el regalo más precioso que ofrece el
amor verdadero: la experiencia de saber que siempre pertenecemos.
“La experiencia de saber que siempre pertenecemos”, la confianza que Jesús nunca nos dejará ir, es lo que significa ser salvo. Ese regalo, el regalo de la salvación, es nuestro regalo en Navidad. Este es el único regalo que necesitamos.