In all the accounts of Jesus’ passion, we’re told that as Jesus was led away, Peter followed him “at a distance.” The women followed Jesus all the way to the cross, but then stood looking on “from a distance.” They were scared.
I follow Jesus. I watch him, I listen to him, I try to emulate him. But when it comes to the cross, I keep my distance. I’m scared.
We can allow this holiest of weeks to pass without touching us, moving us, challenging or changing us. We can observe it all from a distance. Or we can make our way to the arms of the cross, carrying there our struggles, our fixations, our burdens, our props, our wounds. We can come closer, perhaps, than ever before, and yield to its embrace.
Apart from the cross, Christianity is meaningless. One can never come to know the power of Christ crucified from a distance.
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En todos los relatos de la pasión de Jesús, se nos dice que cuando Jesús fue llevado, Pedro lo siguió “de lejos”. Las mujeres siguieron a Jesús hasta la cruz, pero luego se quedaron mirando “desde lejos”. Ellos tenían miedo.
Yo sigo a Jesús. Lo observo, lo escucho, trato de imitarlo. Pero cuando se trata de la cruz, la miro desde lejos. Yo también tengo miedo.
Podemos permitir que pase esta semana santísima sin tocarnos, movernos, desafiarnos o cambiarnos. Podemos observar todo desde lejos. O podemos hacer nuestro camino a los brazos de la cruz. Podemos llevar allí nuestras luchas, nuestras fijaciones, nuestras cargas, nuestras muletas, y nuestras heridas. Podemos acercarnos, tal vez, más que nunca, y rendirnos.
Aparte de la cruz, el cristianismo no tiene sentido. Uno nunca conocerá el poder de Cristo crucificado si lo vemos desde lejos.