The first three of the 12 Steps of Alcoholics Anonymous read:
1. We admitted we were powerless over alcohol—that our lives had become unmanageable.
2. Came to believe that a Power greater than ourselves could restore us to sanity.
3. Made a decision to turn our will and our lives over to the care of God as we understood Him.
These steps are designed for those who recognize that something must change. On our own, we can’t manage to fix whatever needs fixing, and so must surrender to a power beyond our own. I began a 30-day treatment program for alcoholism on December 12, 2008, the Feast of Our Lady of Guadalupe. I was schooled in the 12 Steps, and they have helped me to remain sober for 15 years and counting.
While the 12 Steps helped to end my compulsive drinking, I can’t claim the same in other areas of my life. I haven’t been as ready to admit my powerlessness over my dependence on approval and reassurance. Or my uncommon reliance on cookies. Whenever we encounter anxiety, vexing situations, great obsessions, or addictions, we will strategize and try to engineer fixes, manipulating whatever and whomever to get our desired outcome. But the truth is that the most consequential outcomes in my life are not the result of my handiwork. They have come unexpected, unbidden, and unearned: it was all grace. When will I learn?
Into our anxious lives, our anxious world, Advent arrives—not to announce that Jesus is coming, but that Jesus is here, that Jesus has come. Into all the situations that cause us anxiety—challenging relationships, an illness or injury, a rupture in well-constructed life plans—Advent is an opportunity to recognize that we are powerless over any of it. Advent calls us to surrender to the One who has the power to heal and guide us, to be alert to the Christ who is always coming toward us.
Our redeemer you are named, O God. We are the clay and you the potter. We are all the work of your hands.
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Los primeros tres de los 12 pasos de Alcohólicos Anónimos dicen:
- Admitimos que éramos impotentes ante el alcohol, que nuestras vidas se habían vuelto ingobernables.
- Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podría devolvernos el sano juicio.
- Decidimos poner nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios, como nosotros lo concebimos.
Estos pasos están diseñados para aquellos que reconocen que algo debe cambiar. No podemos arreglar lo que hay que arreglar por nuestra cuenta y, por lo tanto, debemos rendirnos a un poder más allá del nuestro. Comencé un programa de tratamiento de 30 días para el alcoholismo el 12 de diciembre del 2008, el día de la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe. Fui educado en los 12 Pasos, y me han ayudado a mantenerme sobrio durante 15 años.
Si bien la práctica de los 12 pasos terminó con mi consumo compulsivo de alcohol, no puedo afirmar que pase lo mismo en otras áreas de mi vida. No he estado tan dispuesto a admitir mi impotencia sobre mi dependencia de la seguridad y la aprobación. O mi dependencia por las galletas. Cada vez que nos encontramos con ansiedad, situaciones molestas, grandes obsesiones o adicciones, elaboramos estrategias y trataremos de diseñar soluciones, manipulando a quien sea y lo que podamos para obtener el resultado deseado. Pero la verdad es que los resultados más importantes de mi vida no son el resultado de mi trabajo. Han llegado de forma inesperada, espontánea e inmerecida: todo fue gracia. ¿Cuándo aprenderé?
A nuestras vidas ansiosas, a nuestro mundo ansioso, llega el Adviento, no para anunciar que Jesús viene, sino que Jesús está aquí, que Jesús ha venido. En todas las situaciones que nos causan ansiedad—relaciones difíciles, una enfermedad o lesión, una ruptura en los planes de vida bien construidos—el Adviento es una oportunidad para reconocer que somos impotentes ante ello. El Adviento nos llama a rendirnos a Aquel que tiene el poder de curarnos y guiarnos, a estar atentos a Cristo que siempre viene hacia nosotros.
Tú eres, Señor, nuestro redentor. Nosotros somos el barro y tú el alfarero. Todos somos hechura de tus manos.