Memoira de San Juan de la Cruz, presbítero y doctor de la Iglesia
Primera lectura
y yo mismo soy el que te ayuda.
No temas, gusanito de Jacob,
descendiente de Israel,
que soy yo, dice el Señor,
el que te ayuda;
tu redentor es el Dios de Israel.Mira: te he convertido en rastrillo nuevo de dientes dobles;
triturarás y pulverizarás los montes,
convertirás en paja menuda las colinas.
Las aventarás y se irán con el viento
y el torbellino las dispersará.
Tú, en cambio, te regocijarás en el Señor,
te gloriarás en el Dios de Israel.Los miserables y los pobres buscan agua, pero es en vano;
tienen la lengua reseca por la sed.
Pero yo, el Señor, les daré una respuesta;
yo, el Dios de Israel, no los abandonaré.
Haré que broten ríos en las cumbres áridas
y fuentes en medio de los valles;
transformaré el desierto en estanque
y el yermo, en manantiales.
Pondré en el desierto cedros,
acacias, mirtos y olivos;
plantaré juncos en la estepa,
cipreses, oyameles y olmos;
para que todos vean y conozcan,
adviertan y entiendan de una vez por todas,
que es la mano del Señor la que hace esto,
que es el Señor de Israel quien lo crea”.
Salmo Responsorial
Dios y rey mío, yo te alabaré,
bendeciré tu nombre siempre y para siempre.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas.
R. Bueno es el Señor para con todos.
Que te alaben, Señor, todas tus obras
y que todos tus fieles te bendigan.
Que proclamen la gloria de tu reino
y den a conocer tus maravillas.
R. Bueno es el Señor para con todos.
Que muestren a los hombres tus proezas,
el esplendor y la gloria de tu reino.
Tu reino, Señor, es para siempre
y tu imperio, por todas las generaciones.
R. Bueno es el Señor para con todos.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Dejen, cielos, caer su rocío
y que las nubes lluevan al Justo;
que la tierra se abra
y haga germinar al Salvador.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: “Yo les aseguro que no ha surgido entre los hijos de una mujer ninguno más grande que Juan el Bautista. Sin embargo, el más pequeño en el Reino de los cielos, es todavía más grande que él.
Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los cielos exige esfuerzo, y los esforzados lo conquistarán. Porque todos los profetas y la ley profetizaron, hasta Juan; y si quieren creerlo, él es Elías, el que habría de venir. El que tenga oídos que oiga”.