Whenever I’d stand and stare blankly into the open refrigerator, my mom would ask, “What are you looking for?” “I don’t know,” I’d say. “I’m hungry.” Looking for something, not sure just what.
The first words Jesus speaks in St. John’s gospel are, “What are you looking for?” It’s a great question. We’re all seekers, looking for something, not sure just what.
Jesus is looking for something too. He’s looking for people who will work with him: seekers who will become guides for other seekers. Reverend Peter Gomes writes about those strident and uncompromising religious guides who seek followers not for Jesus but for themselves: “Do it this way. Do it my way. Follow me.” Sometimes religious people get in the way of faith. But hungry seekers can sniff out the scam. Finding themselves unsatisfied, they move on and look for something else somewhere else.
Today, Eli and John the Baptist demonstrate how to be good spiritual guides. Eli says, “Don’t listen to me, listen to the Lord.” John tells those following him, “Look over there. There is the Lamb of God.” Good guides point the way to God, taking another to the threshold of an encounter with God. Then they get out of the way: no pushing or pulling or insisting but leaving it to God to take it from there.
Jesus calls us, seekers all, to be both disciples and guides. If we can eventually surrender, lose ourselves, get ourselves out of the way and “live Jesus” (in the words of St. Francis de Sales), we might help other hungry seekers discover just what they’re looking for.
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Cada vez que me paraba y miraba fijamente el refrigerador abierto, mi mamá me preguntaba: “¿Qué estás buscando?” “No sé”, le decía. “Tengo hambre”. Buscaba algo, pero no estba seguro qué.
Las primeras palabras que Jesús pronuncia en el evangelio de San Juan son: “¿Qué buscan?” Es una gran pregunta dirigida a los buscadores. Buscando algo, no estoy seguro qué.
Jesús también está buscando algo. Está buscando personas que trabajen con él: buscadores que se conviertan en guías para otros buscadores. El reverendo Peter Gomes escribe acerca de guías religiosos arrogantes e intransigentes. Buscan seguidores no para Jesús, sino para sí mismos. “Hazlo de esta manera. Hazlo a mi manera. Sígueme”. A veces las personas religiosas se interponen en el camino de la fe. Pero los buscadores hambrientos pueden identificar a un farsante. Al verse insatisfechos, siguen adelante y buscan algo en otro lugar.
Hoy, Elí y Juan Bautista demuestran cómo ser buenos guías espirituales. Elí dice: “No me escuches a mí, escucha al Señor”. Juan les dice a los que lo siguen: “Miren allá. Ahí está el Cordero de Dios”. Los buenos guías señalan el camino hacia Dios, llevando a otro al umbral del encuentro con Dios. Entonces se quitan de en medio: no hay que empujar, tirar o insistir, sino dejar que Dios se encargue de todo.
Jesús nos llama a nosotros, buscadores todos, a ser discípulos y guías. Si finalmente podemos rendirnos, perdernos, quitarnos del camino y “vivir a Jesús” (en palabras de San Francisco de Sales), podríamos ayudar a otros buscadores hambrientos a descubrir justo lo que están buscando.