Memoria opcional de Santa Juana Francisca de Chantal, religiosa
Primera lectura
Dichoso el hombre que encuentra una mujer hacendosa:
Muy superior a las perlas es su valor.
Su marido confía en ella
y, con su ayuda, él se enriquecerá;
todos los días de su vida
le procurará bienes y no males.
Adquiere lana y lino
y los trabaja con sus hábiles manos.
Sabe manejar la rueca y con sus dedos mueve el huso;
abre sus manos al pobre y las tiende al desvalido.
Son engañosos los encantos y vana la hermosura;
merece alabanza la mujer que teme al Señor.
Es digna de gozar del fruto de sus trabajos
y de ser alabada por todos.
Salmo Responsorial
R. Dame, Señor, la paz junto a ti.
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos, soberbios;
grandezas que superan mis alcances
ni de lejos pretendo.
R. Dame, Señor, la paz junto a ti.
Estoy, Señor, por lo contrario,
tranquilo y en silencio,
como un niño recién alimentado,
en los brazos maternos.
R. Dame, Señor, la paz junto a ti.
Que igual en el Señor esperen,
los hijos de Israel, ahora y por siempre.
R. Dame, Señor, la paz junto a ti.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Si se mantienen fieles a mi palabra, dice el Señor,
serán verdaderamente discípulos míos
y conocerán la verdad.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, la madre y los parientes de Jesús llegaron a la casa donde se encontraba él, se quedaron fuera y lo mandaron llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.
Él les respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?” Luego, mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”.