Lunes de la XX semana del Tiempo ordinario
Primera lectura
El Señor me habló y me dijo: “Hijo de hombre, voy a arrebatarte repentinamente a tu esposa, que es el encanto de tus ojos; pero no llores ni hagas duelo ni derrames lágrimas; aflígete en silencio, sin hacer duelo; ponte el turbante y las sandalias; no te cubras la cara ni comas comida de duelo”.
Por la mañana estuve hablando a la gente y por la tarde murió mi esposa. A la mañana siguiente hice lo que el Señor me había mandado. Entonces me preguntó la gente: “¿Quieres explicarnos lo que estás haciendo?” Yo les respondí: “El Señor me ha dicho: ‘Dile a la casa de Israel que el Señor dice esto: Voy a profanar mi santuario, que es la causa del orgullo de ustedes, el encanto de sus ojos y el amor de su corazón. Sus hijos e hijas morirán a espada. Entonces harán lo que Ezequiel ha hecho: no se cubrirán la cara ni comerán comida de duelo; seguirán con el turbante en la cabeza y las sandalias en los pies; no llorarán ni harán duelo; se consumirán por su culpa y se lamentarán unos con otros. Ezequiel les servirá de ejemplo; ustedes harán lo mismo que él ha hecho. Y cuando esto suceda, sabrán que yo soy el Señor Dios’ ”.
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial
R. Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
Abandonaron a Dios, que los creó
y olvidaron al Señor, que les dio la vida.
Lo vio el Señor, y encolerizado,
rechazó a sus hijos e hijas. R.
R. Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
El Señor pensó: “Me les voy a esconder
y voy a ver en qué acaban,
porque son una generación depravada,
unos hijos infieles. R.
R. Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
Ellos me han dado celos con un dios que no es Dios
y me han encolerizado con sus ídolos;
yo también les voy a dar celos con un pueblo que no es pueblo
y los voy a encolerizar con una nación insensata”. R.
R. Abandonaron a Dios, que les dio la vida.
Aclamación antes del Evangelio
R. Aleluya, aleluya.
Dichosos los pobres de espíritu,
porque de ellos es el Reino de los cielos.
R. Aleluya.
Evangelio
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: “Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?” Le respondió Jesús: “¿Por qué me preguntas a mí acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos”. El replicó: “¿Cuáles?”
Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo.
Le dijo entonces el joven: “Todo eso lo he cumplido desde mi niñez, ¿qué más me falta?” Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme”. Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico.