Elizabeth Barrett Browning writes,
Earth’s crammed with heaven
And every common bush afire with God.
But only he who sees takes off his shoes
The rest sit ‘round it and pluck blackberries.
“Remove the sandals from your feet,” God said to Moses, “for the place where you stand is holy ground.” In a seemingly ordinary bush, Moses saw and heard the presence and voice of God. Do we have such sacramental vision? Unfortunately, when it comes to seeing the human person afire with God, there’s a lot of blackberry plucking going on. Earth’s crammed with those who have a pathological incapacity to recognize the world as holy ground.
Increasingly, nation and race are exalted at the expense of the individual, with the powerful crushing the poor, disregarding and savaging singular, sacred lives. Nearly 10 million people in Ukraine, one-third of the population, have been displaced since the Russian invasion. Over 90% of those in Gaza have been displaced. And millions are being threatened with deportation from our country. It is madness.
God’s conversation with Moses today is the prelude to one of the most consequential displacements in human history. In his Message for Lent this year, Pope Francis writes:
It is hard to think of the biblical exodus without also thinking of those of our brothers and sisters who in our own day are fleeing situations of misery and violence in search of a better life for themselves and their loved ones…It would be a good Lenten exercise for us to compare our daily life with that of some migrant or foreigner, to learn how to sympathize with their experiences and in this way discover what God is asking of us… This would be a good “examination of conscience” for all of us wayfarers.
To Moses’ repeated resistance to speak to the exiled, God’s repeated response is, “I will be with you.” As to our repeated resistance to speak, and our own displacement in a world off its axis, Jesus assures us of the same: “You are in me and I am in you.” To the naked eye, a bite of bread. To sacramental eyes, salvation.
Earth’s crammed with heaven
And every common bush afire with God.
But only they who see take off their shoes.
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Elizabeth Barrett Browning escribe,
La tierra está atestada del cielo
Y cada arbusto común afuego con Dios.
Pero sólo él que ve se quita los zapatos
El resto se sientan a su alrededor y arrancaran moras.
“Quítate las sandalias,” le dijo Dios a Moisés, “porque el lugar que pisas es tierra sagrada”. En un arbusto aparentemente ordinario, Moisés vio y escuchó la presencia y la voz de Dios. ¿Nosotros tenemos su visión sacramental? Por ejemplo, cuando se trata de ver a la persona humana afuego con Dios, hay mucho que arrancar moras. La Tierra está atestada de aquellos que tienen una incapacidad enfermiza para reconocer el mundo como tierra sagrada.
Cada vez más, la nación y la raza son exaltadas a expensas del individuo, y los poderosos aplastan a los pobres, desprecian y destruyen las vidas singulares y sagradas. Casi 10 millones de personas en Ucrania, un tercio de la población, han sido desplazadas desde la invasión rusa. Más del 90 por ciento de los habitantes de Gaza han sido desplazados. Y millones de personas están siendo amenazadas con la deportación de nuestro país. Esto es una locura.
La conversación de Dios con Moisés hoy es el preludio de uno de los desplazamientos más importantes de la historia de la humanidad. En su Mensaje para la Cuaresma de este año, el Papa Francisco escribe:
No podemos recordar el éxodo bíblico sin pensar en tantos hermanos y hermanas que hoy huyen de situaciones de miseria y de violencia, buscando una vida mejor para ellos y sus seres queridos… Sería un buen ejercicio cuaresmal confrontarse con la realidad concreta de algún inmigrante o peregrino, dejando que nos interpele, para descubrir lo que Dios nos pide…Este es un buen “examen” para el viandante.
A la repetida resistencia de Moisés a hablar a los exiliados, la respuesta repetida de Dios es: “Estaré contigo”. En cuanto a nuestra repetida resistencia a hablar, y a nuestro propio desplazamiento en un mundo fuera de su eje, Jesús nos asegura lo mismo: “Tú estás en mí y yo estoy en ti”. A simple vista, un bocado de pan. A los ojos sacramentales, la salvación.
La tierra está atestada del cielo
Y cada arbusto común afuego con Dios.
Pero solo los que ven se quitan los zapatos.