I, for one, am confused with Jesus’ comparison of God with a stubborn, dishonest judge who ultimately gives us what we want if we badger him enough. It raises age-old, impossible-to-answer questions about the “squeaky wheel” method of prayer.
I find a more poignant image of prayer and persistence in today’s first reading. Moses prayed and prayed until he was prayed out, exhausted. So, to support him, his brother, Aaron, and Hur, his nephew, got on either side of him and held up his arms. Moses, we’re told, remained steady until sunset.
For whatever reason, we too, at times, can find prayer difficult, if not impossible. We can find ourselves prayed out. When, however, we’re among a community of believers, there’s always someone who keeps prayer going, who prays for us, who holds up our arms, who’s got our back, who steadies us until sunset.
That’s the point of Christian community and Christian stewardship. When one person’s faith falters, another’s faith steadies it. When one heart grows tired, another heart lends its strength. Someone who, at the moment, has no time or money to spare, no extra head space or heart space, no milk or eggs, can rely on and rest in the collective abundance and generosity of this community. Each of us gives what we can.
You will receive in the mail this week a letter inviting your contribution to our Ascension community: an invitation to pray, to lend a hand, to give time and to contribute financially to ensure that our 135-year Christian mission will go on and remain steady until justice is done—or, at least, for one more fiscal year!
Danté Stewart writes, “The world is heavy. I lift what I can.” All the better when “I” is “we.” The world is heavy. Together, let’s lift what we can.
***
Estoy confundido con la comparación que hace Jesús de Dios con un juez terco y deshonesto que finalmente nos da lo que queremos si lo fastidiamos lo suficiente. Esto plantea preguntas tan antiguas, imposibles de responder, sobre cómo y por qué la oración persistente funciona o no.
Una imagen más conmovedora de la oración y la perseverancia se presenta en la primera lectura de hoy. Moisés oró hasta quedar exhausto. Así que, para apoyarlo, su hermano Aarón y Hur, su sobrino, se colocaron a cada lado de él y le levantaron los brazos, ayudándolo así a mantenerse firme hasta el atardecer.
Por cualquier razón, nosotros también, a veces, podemos encontrar la oración difícil, si no imposible. O simplemente estamos agotados de tanto orar. Sin embargo, cuando estamos entre una comunidad de creyentes, siempre hay alguien que mantiene la oración, que ora por nosotros, que sostiene nuestros brazos, que nos respalda, que nos estabiliza hasta el atardecer.
Ese es el punto de la comunidad cristiana y la corresponsibilidad cristiana. Cuando la fe de una persona vacila, la fe de otra la sostiene. Cuando un corazón se cansa, otro corazón le presta su fuerza. Alguien que, en este momento, no tiene tiempo ni dinero de sobra, ni espacio mental o emocional adicional, ni leche ni huevos, puede descansar en la abundancia y generosidad colectiva de esta comunidad. Cada uno de nosotros da lo que puede.
Esta semana recibirá por correo una carta que invita a su contribución a nuestra comunidad de la Ascensión: una invitación a rezar, a ayudar, a dedicar tiempo y contribuir económicamente para asegurar que nuestra misión cristiana de 135 años continúe y se mantenga firme hasta que se haga justicia—o, al menos, por un año fiscal más.
Danté Stewart escribe: “El mundo es pesado. Levanto lo que puedo.” Todo es mejor cuando “yo” es “nosotros.” El mundo es pesado. Juntos, levantemos lo que podamos.