Dr. Barbara Brown Taylor begins her sermon for the feast of the Epiphany saying,
Once upon a time there are three—yes, three, very wise scholars of the natural sciences…They are sitting around in their own countries minding their own business when a bright star lodges in the right eye of each of them. It is so bright that none can tell whether it is burning in the sky or in their imaginations, but they are wise enough to know that it does not matter. The point is, something beyond them is calling them, and it is a tug they have been waiting for all their lives.
Something beyond us, that same pesky star, is calling us: the tug we’ve been waiting for or, perhaps, the tug we’ve known, all our lives. It may be leading us to the place where Jesus will be born—or to the place where we ourselves are to birth Jesus. If we knew exactly where it led, we might be more willing to just do it, to just go. But with any journey of significance, we simply can’t know where it might lead, and what it might mean in the end.
Bishop Mariann Edgar-Budde ends her sermon for this feast saying,
We follow the light, though we do not know the way. Yet we need not know everything to follow Christ. We need only trust the invitation and the One extending it. “Lead kindly light,” go the words of an ancient hymn, “lead thou me on. I do not need to see the distant shore. One step enough for me.”
As we move beyond another uncommon Christmas, the great truth remains, constant and trustworthy: God is with us and will always be. Lead, kindly light.
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La Dra. Barbara Brown Taylor comienza su sermón para la fiesta de los Reyes diciendo:
Había una vez, tres: sí, tres, personajes muy sabios de las ciencias naturales…Están sentados en sus propios países cuidando de sus propios asuntos cuando una estrella brillante se aloja en el ojo derecho de cada uno de ellos. Es tan brillante que nadie puede decir si está ardiendo en el cielo o en su imaginación, pero son lo suficientemente sabios como para saber que no importa. El punto es que algo más allá de ellos los está llamando, y es un tirón que han estado esperando toda su vida.
Algo más allá de nosotros, esa misma estrella molesta, nos está llamando: el tirón que hemos estado esperando, o, tal vez, el tirón que hemos conocido, toda nuestra vida. Puede que nos esté llevando al lugar donde nacerá Jesús. O al lugar donde nosotros mismos vamos a dar a luz a Jesús. Si supiéramos exactamente a dónde nos llevó, podríamos estar más dispuestos a hacerlo, a simplemente ir. Pero con cualquier viaje de importancia, simplemente no podemos saber a dónde podría llevar y qué podría significar al final.
La Obispa Mariann Edgar-Budde termina su sermón para esta fiesta diciendo:
Seguimos la luz, aunque no conocemos el camino. Sin embargo, no necesitamos saberlo todo para seguir a Cristo. Solo necesitamos confiar en la invitación y en Aquel que la extiende. “Conduce, luz amable”, dicen las palabras de un antiguo himno, “guíame. No necesito ver la orilla lejana. Un paso suficiente para mí”.
A medida que avanzamos más allá de otra Navidad poco común, la gran verdad permanece, constante y confiable: Dios está con nosotros y siempre estará. Conduce, luz amable.