In a New York Times opinion piece, Frank Bruni writes that “recrimination, rancor and indecency” characterize American life and discourse these days. Our communal spirit is close to broken. “We’re a mess,” he says.
St. Óscar Romero asks,
What are you doing, those of you who are baptized, in the world of politics? Where is your baptism? … Wherever there is someone who has been baptized, that is where the church is. There is a prophet there. This is where you have to say something in the name of truth that shines on the lies of the earth…Let us not hide the talent that God gave us on the day of our baptism and let us truly live the beauty and responsibility of being a prophetic people.
To our passivity in the face of “the mess”, St. Óscar asks, “Where is your baptism?” He defies us to “say something in the name of truth that shines on the lies of the earth.” In January’s darkness and chill, amid rage and despair, the work of Christmas begins: to speak a word of comfort and be a word of light—if only a word. That is the talent, that is the responsibility, that is the beauty of the baptized.
When my spirit breaks, when I aid and abet recrimination, rancor and indecency, the question hounds me, as it should: Where is your baptism?
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En un artículo de opinión del New York Times, Frank Bruni escribe que “la recriminación, el rencor y la indecencia” caracterizan la vida y el discurso en los EEUU en estos días. Nuestro espíritu comunitario está cerca de romperse. “Somos un desastre”, dice.
San Óscar Romero pregunta:
¿Qué están Uds. haciendo, los que están bautizados, en el mundo de la política? ¿Dónde está tu bautismo? … Dondequiera que haya alguien que haya sido bautizado, ahí es donde está la iglesia. Hay un profeta allí. Aquí es donde tienes que decir algo en nombre de la verdad que brilla sobre las mentiras de la tierra… No ocultemos el talento que Dios nos dio el día de nuestro bautismo y vivamos verdaderamente la belleza y la responsabilidad de ser un pueblo profético.
A nuestra pasividad ante “el desastre”, San Óscar pregunta: “¿Dónde está tu bautismo?” Él nos desafía a “decir algo en nombre de la verdad que brilla sobre las mentiras de la tierra”. En la oscuridad y el frío de enero, en medio de la rabia y la desesperación, comienza la obra de la Navidad: hablar una palabra de consuelo y ser una palabra de luz, aunque solo sea una palabra. Ese es el talento, esa es la responsabilidad, esa es la belleza de los bautizados.
Cuando mi espíritu se rompe, cuando ayudo e incito a la recriminación, el rencór y la indecencia, la pregunta me persigue, como debería: ¿Dónde está tu bautismo?