An influential woman welcomed the prophet, Elisha, providing him a little room on the roof: bed, table, chair, and lamp. In return for receiving the prophet—given that prophets can be hard to take—she received a prophet’s reward: she got a baby boy. That’s a much bigger thank you than I would want, but whatever.
When I asked someone whom she thought the Catholic prophets of our time were, she said, “Maybe us.” Us. You or I on our own may not have what it takes, but together we might we find our prophetic voice. St. Óscar Romero said, “El pueblo es mi profeta.” “The people is my prophet.” He said,
Each one of you has to be God’s microphone…a messenger, a prophet. The church will always exist as long as there is someone who has been baptized… There is a prophet there. Let us not hide the talent that God gave us on the day of our baptism and let us truly live the beauty and responsibility of being a prophetic people.
“…The beauty and responsibility of being a prophetic people.”
We find ourselves in a traumatized time and place. Every day in our school and throughout our neighborhood we encounter children who know “trauma”—the Greek word for “wound.” They, because of violence or abuse or bias are traumatized, wounded, as are their parents, and theirs before them. How do we “live the beauty and responsibility of being a prophetic people” and create hope in our time and place? Where do we begin?
A German proverb reads,
For the want of a nail the shoe was lost;
For the want of a shoe the horse was lost;
For the want of a horse the battle was lost;
For the failure of battle the kingdom was lost;
And all for the want of a horseshoe nail.
A horseshoe nail, a little room on the roof, a cup of cold water. It’s a start. We can do that.
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Una distinguida mujer le dio la bienvenida al profeta, Eliseo, ofreciéndole una pequeña habitación en el techo: una cama, una mesa, una silla y una lámpara. A cambio de recibir al profeta, dado que los profetas pueden ser difíciles, recibió la recompensa del profeta: se le dió un bebé. Eso es un agradecimiento mucho más grande de lo que a mi me gustaría.
En alguna ocasión le pregunté a alguien quién creía que eran los profetas católicos de nuestros días, ella dijo: “Tal vez nosotros”. Nosotros. Tú y yo por nuestra cuenta puede que no tengamos lo que se necesita, pero juntos podríamos encontrar nuestra voz profética. San Óscar Romero dijo: “El pueblo es mi profeta”. Él dijo:
Cada uno de ustedes tiene que ser el micrófono de Dios…un mensajero, un profeta. La iglesia siempre existirá mientras haya alguien que haya sido bautizado…Hay un profeta allí. No escondamos el talento que Dios nos dio el día de nuestro bautismo y vivamos verdaderamente la belleza y la responsabilidad de ser un pueblo profético.
“… La belleza y la responsabilidad de ser un pueblo profético”.
Nos encontramos en un tiempo y lugar traumatizados. Todos los días en nuestra escuela y en todo nuestro vecindario nos encontramos con niños que conocen el “trauma”, la palabra griega para “herida”. Ellos, debido a la violencia, el abuso o los prejuicios, están traumatizados, heridos, al igual que sus padres y los suyos antes que ellos. ¿Cómo “vivimos la belleza y la responsabilidad de ser un pueblo profético” y crear esperanza en nuestro tiempo y lugar? ¿Por dónde empezamos?
Un proverbio alemán dice:
Por falta de un clavo el zapato se perdió;
Por falta de un zapato el caballo se perdió;
Por falta de un caballo la batalla se perdió;
Por el fracaso de la batalla el reino se perdió;
Y todo por la falta de un clavo de herradura.
Un clavo de herradura, una pequeña habitación en el techo, un vaso de agua fría. Eso es un comienzo. Podemos hacer eso.