When it comes to predictions about the end of the world, I really don’t care to know when it’s going to happen. Whenever it comes, it’ll be hard to miss. And as for fearing it, I, for one, can hardly wait. But all this crazy talk, I think, misses the point.
Scriptures concerning the end of the world are indeed intended to rattle us: “The sun will be darkened, the moon will not give its light, the stars will be falling from the sky.” At the same time, this apocalyptic scripture is meant to console us. It’s often called “the literature of the dispossessed,” as it’s aimed at those who are struggling or have lost their footing. The revelations contained in such scripture are not a preview of some cataclysmic future, but describe rather the enormity of life and its dilemmas that people experience in real time—“the full catastrophe,” in the words of Zorba the Greek—as well as provide some direction about how we can get through it. No matter how bad things are looking, and how impossible our personal or social situations may be, Jesus will come to be with us, Jesus will always be with us, he is “at the gate.” More than frightening us, these passages are meant to console us: not a threat, but a promise.
So, perhaps today can be the momentous day, the decisive hour. Let this be the time to redirect misplaced confidence and invest our trust in what doesn’t shatter or crumble or fall away or disappoint, yielding to the One who alone can rescue us from the worst possible disaster. God will not lose control or let go. Darkness will not overcome us. Evil will not prevail. Do you believe that? To know that glorious hope is to find and live in a place, not of threat, but of promise.
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Cuando se trata de predicciones sobre el fin del mundo, realmente no me importa saber. Cuando llegue, sé que será difícil pasarlo por alto. Y en cuanto a temerlo, yo, por mi parte, apenas puedo esperar. Pero toda esta charla loca, creo, no tiene sentido.
Las Escrituras concerniente al fin del mundo ciertamente tenían la intención de sacudirnos: “La luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas.” Al mismo tiempo, esta escritura apocalíptica está destinada a consolarnos. A menudo se le llama “la literatura de los desposeídos”, ya que está dirigida a aquellos que están luchando o han perdido el equilibrio. Las revelaciones contenidas en tales escrituras no son un anticipo de un futuro de destrucción, sino que describen más bien la enormidad de la vida y sus dilemas que las personas experimentan en tiempo real y proporcionan alguna dirección sobre cómo podemos superarla. No importa lo mal que se vean las cosas, y lo imposibles que puedan ser nuestras situaciones personales o sociales, Jesús vendrá a estar con nosotros, Jesús siempre estará con nosotros. Más que asustarnos, estos pasajes están destinados a consolarnos: no son una amenaza, sino una promesa.
Entonces, tal vez hoy pueda ser el día trascendental, la hora decisiva. Que este sea el momento de redirigir la confianza equivocada e invertir nuestra confianza en lo que no se hace pedazos o se desmorona o se desvanece o decepciona, cediendo a Aquel que es el único que puede rescatarnos del peor desastre posible. Dios no perderá el control ni lo dejará ir. Las tinieblas no nos vencerán. El mal no prevalecerá. ¿Crees eso? Conocer esa esperanza gloriosa es encontrar y vivir en un lugar, no de amenaza, sino de promesa.