In 1925, the world was rebuilding after World War I. Mussolini and fascism were on the rise, while the Church had lost its political power. As a reminder to Christians that their allegiance was not to earthly kings, potentates, or dictators, Pope Pius XI established the Feast of Christ the King as a response to the threatening forces of the time, insisting that the only sure weapon/non-weapon against military power and social chaos was Jesus Christ and his way. Today we keep the feast, the 99th annual, amid the circumstances and chaos of 2024.
Jesus responds to a world of violence, division, and death, with the power of a life of love and compassion and testifying to the truth, telling the truth. Jesus’ claim to otherworldly authority would in the end be supported by his witness on the cross, the confirmation of his profound solidarity with our human condition, penetrating the depths and dregs of human experience.
If we are to be credible and effective Christian witnesses, testifying to God’s reign in the circumstances and chaos of our place and time, then we must do it Christ’s way, the way of the cross. Father Ron Rolheiser writes,
People will recognize us as speaking with authority only when they sense that, like Jesus, we are under divine authority ourselves, that our message is not our own, that our actual lives stand behind the message, that our words are meant to reveal God and not ourselves, that we love others enough to give up protecting ourselves, that our real concern is God’s kingdom and not how we impress others, that we consider the community bigger than ourselves, and that we are willing to sweat blood, rather than get bitter or walk away.
Jesus Christ: the king of poverty, the king of humility, the king of truth; the king of the marginalized, the outcast, and the oppressed. Let us follow him.
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En 1925, el mundo se estaba reconstruyendo después de la Primera Guerra Mundial. Mussolini y el fascismo estaban en ascenso, mientras que la Iglesia había perdido su poder político. Como un recordatorio a los cristianos de que su lealtad no era a reyes terrenales, potentados o dictadores, el Papa Pío XI [once] estableció la Fiesta de Cristo Rey como respuesta a las fuerzas amenazantes de la época, insistiendo en que la única arma segura contra el poder militar y el caos social era Jesucristo y su camino. Hoy estamos celebrando esta fiesta, la nonagésima novena, en las circunstancias y el caos de 2024.
La respuesta de Jesús a un mundo de violencia, división y muerte es una vida que debe ser de amor y compasión y de ser testigo de la verdad, de decir la verdad. La pretensión de Jesús de autoridad más allá de este mundo sería apoyada al final por su testimonio en la cruz, confirmando su profunda solidaridad con nosotros, penetrando las profundidades de la experiencia humana.
Si queremos ser testigos cristianos creíbles y eficaces, testifiquen del reino de Dios en las circunstancias y el caos de nuestro lugar y tiempo, entonces tenemos que hacerlo a la manera de Cristo, al camino de la cruz. El padre Ron Rolheiser escribe:
Las personas reconocerán que hablamos con autoridad solo cuando sientan que, al igual que Jesús, nosotros mismos estamos bajo la autoridad divina, que nuestro mensaje no es el nuestro, que nuestras vidas reales están detrás del mensaje, que nuestras palabras están destinadas a revelar a Dios y no a nosotros mismos, que amamos a los demás lo suficiente como para dejar de protegernos a nosotros mismos, que nuestra verdadera preocupación es el reino de Dios y no cómo impresionamos a los demás, que consideramos que la comunidad es más grande que nosotros mismos y que estamos dispuestos a sudar sangre, en lugar de amargarnos o alejarnos.
Jesucristo: el rey de la pobreza, el rey de la humildad, el rey de verdad; el rey de los marginados, los rechazados y de los oprimidos. Sigámoslo.