I wonder if other religious professionals are as uneasy as I am with today’s gospel. Jesus’ scene with James and John raises for me the question of whether I do what I do in order to get some reward or recognition—for example, sitting at Jesus’ right or left in the family photo. As happens often, Jesus’ closest collaborators don’t get it. “You do not know what you are asking,” he says. You don’t have a clue. Being a friend of Jesus means that we get to drink from the cup he drinks, a mixed brew of service and suffering. Being baptized with the baptism he is baptized with includes being plunged into the pain that inevitably comes with putting others first. It makes the whole enterprise seem much less glamorous, but here’s the deal: Jesus’ passing through death enables his followers to be fearlessly generous since Jesus’ death and resurrection show that God can be trusted to replenish and renew whatever and however much we spend for others, even if we should spend our very self.
A church community, ideally, is a place where we learn how to serve, where we rehearse service again and again so that it will come spontaneously beyond these church/school walls. About such a community, Father Richard Rohr writes,
You don’t come wanting others to take care of you. Instead, you want to take care of others because of the way in which you have been so beautifully cared for.
Next week, we will have the opportunity to renew our annual commitment to prayer, service, and financial support of our Ascension community. If you have in any way been blessed by Ascension, I ask you to generously spend your care, your compassion, yourself as a response born of gratitude for having been cared for. Trust that God will match your gift and more.
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Me pregunto si otros profesionales religiosos están, como yo, un poco incómodos con el evangelio de hoy. ¿Hacemos lo que hacemos para obtener alguna recompensa o reconocimiento? Como sentarse a la derecha o a la izquierda de Jesús en la foto familiar. Una vez más, los colaboradores más cercanos de Jesús no lo entienden. “No saben lo que piden”, dice. No tienes ni idea. Ser amigo de Jesús significa que podemos beber de la copa que él bebe, esta es una mezcla de servicio y sufrimiento. Ser bautizado con el bautismo con el que él es bautizado incluye sumergirse en el dolor que inevitablemente viene con poner a los demás en primer lugar. No suena muy atractivo, pero aquí está el trato: no es tan malo. El paso de Jesús por la muerte debería permitir a sus seguidores actuar con generosidad y sin temor, ya que la muerte y resurrección de Jesús revelaron que se puede confiar en Dios para renovar lo que sea y lo que sea que gastemos por los demás. En el caso de Jesús, eso se extiende a entregarse a sí mismo.
Una comunidad eclesial, idealmente, es un lugar donde aprendemos a servir, donde ensayamos el servicio una y otra vez para que se replique espontáneamente más allá de las paredes de la iglesia/escuela. Sobre tal comunidad, el padre Richard Rohr escribe:
No vienes queriendo que los demás te cuiden. En cambio, quieres cuidar de los demás por la forma en que te han cuidado tan bellamente.
La próxima semana, todos nosotros estaremos invitados a renovar nuestro compromiso anual con la oración, el servicio y el apoyo financiero de nuestra comunidad de Ascensión. Si de alguna manera han sido bendecidos por la Ascensión, les pido que dediquen su cuidado, su compasión, a sí mismos de una manera y en la medida en que refleje su gratitud por haber sido cuidados. Confía en que Dios igualará y te dará más por tu regalo.