I reflexively assume two things with this parable. One: The workers standing around idly all day are lazy. And two: I’m not one of them. I’m in Group A, one of the hard workers who’s getting stiffed.
But perhaps those workers have been standing around idle all day because no one wanted them. You might not have been chosen because you’re too old, or too female. You’re not “normal,” you’re queer. Or you’re not “American.” You may have been born in Mexico. Or, perhaps, you look like you were born in Mexico or Somalia or Cambodia. In fact, you were born in Maple Grove. And if the choice is hiring five young Black guys or five young White guys, you’re going to hire the White guys, right?
Jesus intended his parables to provoke. This parable demonstrates that God’s justice can be confounding, infused as it is with mercy. God’s mercy-filled justice gives priority to the unwanted. In Catholic social teaching we call it the “preferential option for the poor.” Most of us understand equality. Equality means that everyone gets the same things to enjoy full, healthy lives. That seems fair. That’s a matter of equality. But that only works if everyone starts from the same place and needs the same things. But should those who start with less get more to ensure that they catch up to the rest? That’s a matter of equity. Jesus may have introduced that currently very hot topic 2,000 years ago.
The workers’ sour complaint and often ours, spoken or suppressed: “You have made them equal to us.” Graham Greene responds in Brighton Rock: “You can’t conceive, my child, nor can I or anyone, the appalling strangeness of the mercy of God.”
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Asumo reflexivamente dos cosas con esta parábola. La primera: Que los trabajadores que están todo el día de brazos cruzados son perezosos. Y la segunda, que yo no soy uno de ellos. Estoy en el Grupo A, uno de los trabajadores buenos que se está siendo engañado.
Pero tal vez esos trabajadores han estado parados inactivos todo el día porque nadie los quería. Es posible que no hayas sido elegida porque eres demasiado vieja o demasiado mujer. No eres “normal”, eres extranjero. O no eres “estadounidense”. Es posible que hayas nacido en México. O, tal vez, parece que naciste en México, pero naciste en Maple Grove. Y si la opción es contratar a cinco negros o cinco blancos, vas a contratar a los blancos, ¿verdad?
Jesús pretendía que sus parábolas nos desafiaran. Esta parábola demuestra que la justicia de Dios nos puede confundir, infundida como es, con misericordia. La justicia llena de misericordia de Dios da prioridad a los no deseados. En la enseñanza social católica la llamamos la “opción preferencial por los pobres”. La mayoría de nosotros entendemos la igualdad. La igualdad significa que todos obtienen las mismas cosas para disfrutar de vidas plenas y saludables. Pero eso solo funciona si todos comienzan desde el mismo lugar y necesitan las mismas cosas. Todo el mundo recibe los mismos recursos, la misma financiación. Eso es una cuestión de igualdad. Pero, ¿deberían aquellos que comienzan con menos obtener más recursos y fondos para asegurarse de que lo logren? Eso es una cuestión de equidad. Jesús pudo haber hablado de este tema hace 2.000 años.
La queja de los trabajadores, y a menudo la nuestra, “Les pagas lo mismo que a nosotros”. En su novela, Brighton Rock, Graham Greene escribe: “No puedes concebir, hija mía, ni yo ni nadie, la espantosa extrañeza de la misericordia de Dios”.